Tal vez nunca termine de entender por completo la magnitud que puede implicar un atardecer y un amanecer, posiblemente porque estos van cambiando de significado conforme uno también les va asignando nuevos significantes, ya sea porque existen nuevas circunstancias que le dan a uno una nueva forma de pensar o complementan la idea que inicialmente se tuvo.
Sin embargo puedo decir que ESTE atardecer y el amanecer que no podré mostrarlo acá y que sólo pudo quedar grabado en mi mente y cuerpo, tuvieron un significado mucho más allá de solo el paisaje y la experiencia de un ceremonia a la que nunca antes pude asistir, esta vez fue algo sobrecogedor por la simpleza y a la vez la fuerza con la que implantaron un imaginario sobre lo que la vida es.
Un atardecer que si bien te dice que el día, con sus complicaciones y experiencias ya termina, un sentimiento de consuelo por saber que ya pronto podrás descansar, sentir el cansancio del cuerpo apoderarse de ti y relajar los músculos para al día siguiente continuar la lucha.
El amanecer, los primeros rayos de luz que te bañan y te dicen: Estás vivo y debes dar las gracias por un día más, un día más de alegrias, sobresaltos, ternura, malos entendidos, complicaciones, un día más de VIDA, esa vida que sólo puede mostrarte que más allá del dolor y los egoismos es posible continuar y compartirla, hacer de ella no sólo una hoja más dentro de tu bitácora individual sino de percibirla como parte de algo más grande y más importante: parte de una familia.
Este atardecer implicó: Terminas una etapa, muy cierto, pero inicias una nueva con horizontes más amplios y caminos nuevos por recorrer, pues están ahí para ti y si sólo optas por mirar no podrás saber que hubo allá, en ese horizonte lejano pero a la vez tan cercano que casi lo puedes palpar.
Este amanecer: Aprende a apreciar aquello que una vez dijiste NO, te perdono y te espero siempre con los brazos abiertos.
Sin embargo puedo decir que ESTE atardecer y el amanecer que no podré mostrarlo acá y que sólo pudo quedar grabado en mi mente y cuerpo, tuvieron un significado mucho más allá de solo el paisaje y la experiencia de un ceremonia a la que nunca antes pude asistir, esta vez fue algo sobrecogedor por la simpleza y a la vez la fuerza con la que implantaron un imaginario sobre lo que la vida es.
Un atardecer que si bien te dice que el día, con sus complicaciones y experiencias ya termina, un sentimiento de consuelo por saber que ya pronto podrás descansar, sentir el cansancio del cuerpo apoderarse de ti y relajar los músculos para al día siguiente continuar la lucha.
El amanecer, los primeros rayos de luz que te bañan y te dicen: Estás vivo y debes dar las gracias por un día más, un día más de alegrias, sobresaltos, ternura, malos entendidos, complicaciones, un día más de VIDA, esa vida que sólo puede mostrarte que más allá del dolor y los egoismos es posible continuar y compartirla, hacer de ella no sólo una hoja más dentro de tu bitácora individual sino de percibirla como parte de algo más grande y más importante: parte de una familia.
Este atardecer implicó: Terminas una etapa, muy cierto, pero inicias una nueva con horizontes más amplios y caminos nuevos por recorrer, pues están ahí para ti y si sólo optas por mirar no podrás saber que hubo allá, en ese horizonte lejano pero a la vez tan cercano que casi lo puedes palpar.
Este amanecer: Aprende a apreciar aquello que una vez dijiste NO, te perdono y te espero siempre con los brazos abiertos.
¡¡¡Atardeceres y amaneceres, hagan de mi cuerpo y mi vida su lienzo de mensajes que no puedan ser borrados como la arena por la corriente del agua al pasar sobre ella!!!